LA VIS CÓMICA
Escribe Rocío Vélez
¡Estrenar, hijos de puta! Lo que quiere un poeta ¡es estrenaaaar! –grita Isidoro, el dramaturgo, cuando es Berganza –el perro– quien le tira un hueso –un monólogo–. Sin embargo, no todo artista tiene la posibilidad de realizarse, y, si el arte no lo es todo para el artista, se puede corromper, como pasa con Angulo “el malo”.
Cutuli, Horacio Roca, Luis Campos y Stella Galazzi (elenco) |
Los perros hablan en
didascalias –dice Angulo, y acierta. Berganza, nuestro fiel compañero,
es la intervención viviente. Es quien al inicio y a lo largo de la obra nos va
a explicar, contar, hacer reír e incluso distraer, cuando sea necesario hacer
tiempo. El perro, como la vaca en El niño argentino (2006),
aparece para develar los artificios que figuran en la historia del teatro, para
mostrarnos a la vez, su fuerza.
Con
aires e inspiraciones quijotescas, en pleno Siglo de Oro, nos encontramos a Isidoro
y a Angulo, el director de la compañía teatral, en polos opuestos. Si bien, todos los
personajes dejaron la "querida España natal", no todos se fueron en las mismas
condiciones. El poeta, con el anhelo de estrenar y viendo difícil
la idea en la península, es convencido por el director de vender todo y, enceguecido,
zarpa a América junto a la compañía.
Cuando
Toña, Isidoro, Berganza y Angulo, llegan al "Río de la Chota", se chocan con
una realidad barrosa y decadente. No hay casa de comedias, la plaza no es
pública y la escena local es monopolizada por El Pregonero.
El Pregonero es el lamebotas del poder de turno, es quien pregona, pero también quien denuncia, quien asesina y quien traiciona. No hace falta que esta figura aparezca en escena para imaginarlo. La idea de su existencia es suficiente.
La
compañía, entristece. Toña e Isidoro deben trabajar de cosas ajenas a sus anhelos. "Un poco de pan amargo" para poner el pan en la mesa.
Sin
embargo, un cambio de gobierno trae oportunidades ¿o más desgracias?
Angulo
aprovecha la llegada de un nuevo Virrey para hacer sus diligencias y, al volver
al carromato: es el nuevo pregonero.
¿Puede
un artista convertirse una herramienta del poder? ¿Qué pasa con el arte? ¿Qué pasa con
un artista que no puede realizarse? ¿Debe venderse? ¿Debe resistir?
Cada vez se oscurece más la figura de Angulo, cada vez tiene más poder y cada vez se aleja más del arte. Arte con orden – anuncia, antes de irse a denunciar, azotar e incluso matar en nombre de “la escena”, todo con tal de hacer reír al vulgacho. El vulgacho, para denominar a este público “distinto” que lo observa sobre el cadalso, ¿hay públicos de mierda? Es la pregunta que nos incomoda, que nos interpela. Y mientras Angulo se oscurece cada vez más, nos damos cuenta de que no es solo él quien traiciona al arte: los espectadores también lo hacemos. Porque, ¿cuántas veces hemos sido ese público que celebra lo banal o lo superficial?
Pero, a medida que el pregonero se hunde en su propia corrupción, el carromato podrá seguir avanzando. Isidoro y Toña resisten, aun en el barro, aun con el pan amargo sobre la mesa. El arte los sostiene, aunque no les promete salvación. Tal vez, al final, no sea solo Isidoro quien grite "¡Estrenar, hijos de puta!". Tal vez debamos ser nosotros quienes lo gritemos –lo que podamos, lo que nos salga–, recordando que el arte no se vende ni se consume sin compromiso. Porque si el arte puede salvarnos, también exige que lo salvemos.
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Actúan: Luis Campos, Cutuli, Stella Galazzi, Horacio Roca
Diseño de vestuario: Gabriela A. Fernández
Diseño de sonido: Eliana Liuni
Diseño de iluminación: Leandra Rodriguez
Meritorios vestuario: Sofía Andreozzi
Meritorios escenografía: Sofía Andreozzi
Asistencia artística: Malena Bernardi
Asistencia de escenografía: Valentina Durante, Agustina Filipini
Asistencia de iluminación: Sofía Montecchiari
Asistencia de vestuario: Valentina Durante, Agustina Filipini
Coordinación de producción: Federico Lucini Monti
Dirección: Mauricio Kartun
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