Mon oncle d'Amérique

Mirada sobre el filme de Alain Resnais

Por Rocío Vélez

"Podemos comparar el inconsciente con un mar profundo. Eso que llamamos consciencia es la espuma que aparece esporádicamente en la cresta de las olas. Es la parte más superficial de ese mar batido por el viento", dice Henri Laborit, el médico que narrará y analizará a lo largo de Mon oncle d'Amérique (1980) el mar profundo que hay detrás de la espuma que dejan en la orilla Janine Garnier (Nicole García), Jean Le Gall (Roger Pierre) y René Ragueneau (Gerard Depardieu).


En el largometraje, dirigido por Alain Resnais, las palabras de Laborit se convierten en una metáfora que, en cierto modo, adelanta lo que vendrá: un intento por comprender lo complejo de la mente y los comportamientos del ser humano; o, por lo menos, un intento por encontrarle un sentido a esos comportamientos.

A través de técnicas cinematográficas como el montaje no lineal y la narración fragmentada, ingresamos a la historia biográfica de estos tres personajes que resultan estar atrapados y ser arrastrados por el sistema social moderno. Como si estuviéramos viendo un documental o un registro científico, se nos exhiben las escenas que irán construyendo a cada personaje; sin embargo, no hay lugar en donde la poesía y la belleza no puedan ser y, en el filme, todo es intervenido por la poética de Resnais. Un ejemplo de esto es la introducción de fragmentos de grandes obras del cine clásico que funcionan como espejo de los sentimientos que atraviesan a los personajes en situaciones límite.

Janine era una militante comunista hasta que decide dejarlo todo para dedicarse al teatro, a pesar de eso, termina en el mundo empresarial; Jean, un burgués que, aunque se jacta de amar la literatura y el teatro, se dedica de lleno a la política; y, René, un hijo de familia rural que elige otro camino, renuncia al mandato paterno siguiendo el ideal del progreso. Los tres individuos, replicando el ejemplo del “tío americano”, tienen un objetivo fijo: el éxito.

¿Qué es el éxito hoy en día? ¿De dónde vienen los ideales exitosos? ¿Es feliz la persona exitosa? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a entregarnos al sistema por una imagen, por dinero o prestigio? ¿Qué pasa después de que se alcanza el éxito? Son algunas de las preguntas que pueden llegar a atravesar a un espectador de Mon oncle d'Amérique. Preguntas que quizá fueron pescadas de aquel mar profundo que habitaba a Resnais.

El filme está conformado por flashbacks y flashforwards; escenas del mundo vegetal, del comportamiento animal y humano frente a la dificultad. Una tortuga camina lentamente, parece vacilar, da otro paso, la cámara la sigue, quiere saber hacia dónde se dirige, cuál es su sentido, su falta de prisa ¿qué es lo que la lleva a tomar cada decisión?

A todo esto, se le suman los recortes de ciertos periodos de las vidas de los protagonistas donde vemos cómo llegaron a estar atrapados en sistemas de poder y control que, cada vez más, influyen en sus elecciones y destinos. En los distintos ámbitos en los que se mueven resultan “victimas” de algún tipo de dominación que puede manifestarse de diversas formas, desde la presión social y las expectativas familiares hasta las estructuras económicas y políticas. Así, se va construyendo una especie de trabajo analítico sobre cómo las elecciones y reacciones de Janine, Jean y René se relacionan con los patrones de comportamiento animal. ¿Qué diferencia a estos sujetos de una rata en un cajón sufriendo los shocks eléctricos producidos por un científico? Por inercia, los encontramos constantemente actuando por impulso, evitando tomar decisiones que sean producto de la reflexión, el pensamiento o, inclusive, el deseo. Los rige el ideal americano, la imposición consumista y ajena que han logrado hacer carne en la sociedad. 

Una vez que cada personaje alcanza, en cierto sentido, el éxito, vuelve a intervenir el doctor Laborit explicando, a través de la experimentación con ratas de laboratorio, los cuatro comportamientos básicos animales ante los problemas: la lucha por la supervivencia, la dominación manifestada a través de la agresividad, la huida o la inhibición. Las escenas de la experimentación son replicadas por los protagonistas, los cuatro comportamientos de las ratas se reflejan en las reacciones de Jean, Janine y René frente a sus propios desafíos cotidianos, que incluyen relaciones por compromiso o imagen pública (Jean y su esposa), cambios de empleo por sobre la familia y el amor (René), dominación por medio de la mentira, frustración (Janine) y angustias existenciales, entre otros. Ellos responden, al igual que los animales, en forma de luchas, actos de agresividad, intentos de huida o reacciones de inhibición. La experiencia de las ratas con las que experimenta Laborit, funciona como un espejo de la vulnerabilidad de las personas frente a las presiones del sistema, presiones que inconscientemente la sociedad tolera en el pedregoso camino al éxito.


En conclusión, el filme de Resnais es múltiple en varios sentidos que dan como resultado una gran profundidad crítica y estética. Por un lado, está intervenido por fragmentos de lo que podría ser un documental narrado por Laborit; escenas de la cotidianeidad de tres personajes ficticios; y, recortes de películas clásicas francesas. Por el otro lado, aparecen las discusiones filosóficas, biológicas y psicológicas. Todo esto confluye para dar lugar a una obra ambiciosa que, a la vez que retrata, analiza y cuestiona, da lugar a que el espectador, poniendo su subjetividad y sus propias convenciones en juego, pueda completar el sentido o los sentidos que hay detrás de esta obra. Y, nos invita a preguntarnos ¿estamos siguiendo nuestros deseos? ¿o vivimos arrastrados por los ideales de otros?

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